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Familia de Juan Cruz Ibáñez teme que el homicida pueda quedar en libertad

A casi dos años del crimen, familiares de Juan Cruz Ibáñez, el joven oriundo de Murphy asesinado de 26 puñaladas el 29 de junio de 2018 en el departamento del macrocentro de Rosario donde residía, temen que el único imputado por el crimen pueda recibir el derecho del arresto domiciliario o la libertad condicional al cumplirse los dos años de prisión preventiva impuestos por la Justicia y sin que haya sentencia firme pese a «las abultadas pruebas que demuestran» que «fue asesinado con alevosía». En ese sentido, y aunque la jueza de Menores Dolores Aguirre Guarrochena no se expidió aún al respecto, los familiares de la víctima prefirieron abrir el paraguas y hacer pública su preocupación.

Ibáñez tenía 23 años, le quedaban dos materias para recibirse de ingeniero en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y vivía en un departamento del segundo piso de Zeballos 2131.

Robo, escape y acusación

La noche del 29 de junio de 2018 Lucas O., entonces menor de edad, ingresó por el balcón, le asestó 26 puñaladas y se llevó todo lo que pudo. Entonces tomó un taxi con varios bolsos hasta un pasillo de Chacabuco al 4200 donde vivía su hermana, sin pensar que ese chofer declararía a la policía lo ocurrido y en un allanamiento se recuperaría parte de lo robado.

Días más tarde fue apresado en la autopista a Santa Fe a bordo de un colectivo fletado por la comunidad Qom rumbo al Chaco. Ya le había dicho a su padre que «tenía miedo y estaba arrepentido» . Inicialmente fue acusado como autor de un homicidio con tres agravantes que para los mayores de edad prevén prisión perpetua y además ya tenía otras seis causas penales por robos y arrebatos cometidos desde los 16 años. Entonces quedó detenido en el Irar y una vez que cumplió 18 fue llevado al penal de Piñero.

Hoy Lucas O. tiene 19 años y en febrero pasado la jueza María del Carmen Musa lo declaró «penalmente responsable por homicidio críminis causa» pero no admitió los agravantes pedidos por la Fiscalía: alevosía, ensañamiento y escalamiento (ver aparte). Ahora resta saber si la acusación o la defensa apelarán ese dictamen y si la jueza en cuyas manos está ahora el expediente aplicará o no una condena.

Dolor y miedo

«A dos semanas de cumplirse dos años del asesinato de mi hermanito la Justicia provincial sigue en veremos. Pasaron 24 meses y aún no dictaron sentencia de un caso tan horroroso como claro. Veinticuatro meses de una familia entera y un pueblo que lo único que persigue es una sentencia justa que permita traer un poco de paz a tanto dolor», dijo a este diario Martín Ibáñez, hermano de Juan Cruz.

Según Martín el homicida «ya tiene dos intentos de fuga y creemos que volverá a intentarlo apenas pueda. En 24 meses tuvimos que soportar un fallo absurdo por parte de una jueza tan patética como su sentencia, en donde trató a mi hermanito como un obstáculo y no consideró que lo haya hecho sufrir más de la cuenta, y además intentó por todos los medios alivianar o justificar un acto que en su sola descripción se presume perverso».

El miedo de los familiares radica en que pasados los dos años de la prisión preventiva y sin que haya una sentencia firme, la Justicia puede otorgarle la excarcelación. «No queremos que otro asesino pueda quedar en la calle impunemente», dijo Daniel, el padre de Juan Cruz, y recordó que «a los cuatro meses de su reclusión el victimario reincidió en el intento de evasión».

«Lo único que obtuvimos de la Justicia —agregó Martín— fueron promesas, mensajes vacíos, manipulación. Nosotros debemos entender los tiempos de una Justicia corporativa, lenta, inoperante y que bajo el lema de un falso progresismo intenta ocultar todas sus falencias. Con innumerables ingresos a la comisaría, el asesino entró y atacó a mi hermanito mientras dormía, lo mató salvajemente y tuvo la frialdad para bañarse, cambiarse, pedir un taxi, inventar una excusa y llegar a su casa, vender todo los artículos de valor que robó, intentar una fuga, para que luego una jueza lo escude en saberlo arrepentido. ¿Realmente alguien puede encontrar un ápice de arrepentimiento en esta acción?».

Odio

«¿Por qué razón tenemos que soportar a jueces tan inútiles? ¿Por qué sienten la necesidad de defender lo indefendible? ¿Será que sienten más cercano a un asesino que a una persona de bien?», se preguntó Martín al borde del llanto, y resaltó: «Familiares de víctimas como la nuestra no se cansan de repetirnos que el primer día sentís un profundo odio hacia el asesino pero el día 100 lo comenzás a sentir por los jueces que cometen este tipo de injusticias que hacen que un hecho tan claro como el de mi hermano, aún no tenga sentencia».

«Juan Cruz era luz, alegría, una persona maravillosa, un profesional de primera línea, un amigo como pocos y el mejor hermano que alguien pudiese tener. De un día para el otro, por absoluta decisión de una basura de esta sociedad, nos lo sacaron de las manos y lamentablemente hoy le toca ser juzgado por alguien de similar condición», dijo ofuscado Martín. «Estamos cansados, estamos hartos, exigimos respuestas, no podemos permitir pasar más tiempo sin una sentencia justa».

«No nos anima un espíritu vengativo ni mucho menos; ni siquiera nos importa demasiado si le dan 20 años de cárcel o cadena perpetua. Al que nosotros más queríamos no lo volveremos a tener, ya lo perdimos. Junto con mi familia, lo único que pretendemos es que este chico no vuelva a matar, que no le den esa chance, porque es una persona enferma y no debe estar en la calle. No queremos que nadie más vuelva a perder lo que nuestra familia ya perdió», concluyó Martín.

Por qué no se admitieron los tres agravantes

En febrero Lucas O. fue declarado autor penalmente responsable del crimen de Juan Cruz por la jueza de Menores María del Carmen Musa, que le atribuyó la autoría de un homicidio críminis causa. Esa figura se aplica cuando se mata para ocultar otro delito —en este caso un robo— y prevé prisión perpetua. En ese extenso fallo Musa también lo declaró penalmente responsable de otros seis hechos de robo anteriores.

En el texto la jueza fundamentó el porqué de la calificación atribuida al homicidio, cometido para asegurar el robo. Y también expuso por qué no admitió el encuadre requerido por la fiscalía con los agravantes de alevosía y ensañamiento, teniendo en cuenta que el escalamiento es un agravante aplicado al robo y éste quedaba subsumido por el homicidio.

«El desenfreno del homicida no indica por sí solo que haya actuado con ensañamiento y alevosía. El ensañamiento implica aumentar deliberadamente, de manera innecesaria, los padecimientos de la víctima; en forma innecesaria por sadismo y cuando la víctima ya no puede oponer resistencia», explicó Musa sobre el primer punto.

«La alevosía —agregó— es un modo de cometer el homicidio, por el cual el agente oculta el ánimo hostil simulando amistad o disimulando enemistad, o esconde su persona o los medios empleados con el propósito de colocar a la víctima en un estado de indefensión. Pero no considero que Lucas aumentara adrede y de modo innecesario los padecimientos de la víctima».

Fuente: La Capital – Por Carlos Walter Barbarich
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