En un contexto en el que el éxito periodístico se mide cada vez más en “likes”, “shares” y “retuits”, nuestra colega Leticia Martin alzó la voz para denunciar una realidad que muchos conocen pero pocos visibilizan: lleva más de seis meses escribiendo su columna semanal para PERFIL sin recibir un solo peso como remuneración. Ante el habitual mandato de la industria de “viralizar” contenidos, Martín se pregunta: “¿Por qué hago esto? ¿Se hará viral escribirlo?” y, en paralelo, exige lo justo para su trabajo.
La viralidad como epidemia del periodismo digital
En su texto, Martin reflexiona sobre el uso del término “contagio” para describir el fenómeno de la viralidad en redes sociales, evocando el sentido médico del verbo. Mientras millones de usuarios consumen información en forma de “brote” de contenidos, silencian el desajuste que existe entre el esfuerzo intelectual y la compensación económica de quienes filtran, seleccionan y analizan la realidad. La viralidad se ha impuesto como sinónimo de éxito, pero ¿qué sucede cuando la voz que genera ese “virus” no recibe ni un solo pago?
Una deuda que pesa más que los pesos
La periodista recuerda con amargura que hace un año aceptó con entusiasmo el desafío de formar parte del staff editorial de un grupo con prestigio creciente. Hasta hace seis meses, el convenio era claro: una remuneración mensual de $50.000 por 2.500 caracteres semanales, abonada puntualmente. Sin embargo, desde entonces, el dinero no llegó. Tampoco un aumento que cubra la inflación, ni siquiera una explicación oficial. “Ni el pago ni un aumento, como si los servicios o el costo de vida no hubieran aumentado”, escribe Martin, señalando la paradoja de sentir gratitud por un espacio que, a la vez, ejerce una forma de discriminación silenciosa.
La sombra de la inequidad de género
Martin se pregunta si su condición de mujer puede haber influido en la demora del pago. Cita sin mencionarlo directamente al funcionario Gustavo Wald, quien la menospreció señalando que “tal vez no existe realmente” en el mundo del periodismo —paralelismo al caso de Fogwill, autor emblemático que solía exigir el cobro de su honorario antes de entregar su material. La periodista asume la invisibilidad que otros tratan de imponerle, pero resalta su compromiso con la palabra y con sus lectores:
“Si escribo columnas que tal vez no me paguen, las escribo como si a alguien le importara leerlas, como si fueran un trabajo y recibiera a tiempo la remuneración por ser eficiente”.
¿Una anomalía o la norma en medios digitales?
La situación de Martin no es aislada. En el ecosistema de medios digitales, el modelo de remuneración suele basarse en contratos por prestación de servicios sin estabilidad ni cobertura previsional. La “cultura del free‑lance” a menudo se traduce en demoras de pagos, honorarios por debajo de la canasta básica y falta de reconocimiento institucional. Esto afecta con mayor crudeza a las mujeres periodistas, quienes ya enfrentan brechas salariales y obstáculos para crecer en la jerarquía editorial.
Asimismo, la obsesión por cifras de audiencia y el “algoritmo” como nuevo editor en jefe deshumaniza la labor informativa. Cuando el éxito se cuantifica en “contagios” digitales, se minimiza el valor de la investigación, el análisis crítico y la profundidad, pilares esenciales del periodismo de calidad.
Solidaridad
Desde este medio, expresamos nuestra plena solidaridad con Leticia Martin y solicitamos a la dirección editorial de PERFIL el inmediato pago de los seis meses adeudados, así como la revisión de las políticas de contratación y remuneración de colaboradores externos. El periodismo, para ser veraz y riguroso, requiere condiciones laborales dignas y respeto por quienes dedican su voz y tiempo al servicio público.
Mañana, domingo 18 de mayo de 2025, muchos argentinos —incluida nuestra colega— tienen la obligación y el derecho de votar. Que la defensa de la democracia no termine en las urnas: extendamos también ese compromiso al reconocimiento justo del trabajo intelectual. Porque sin quienes cuentan y analizan la realidad, la sociedad queda huérfana de herramientas para entenderse a sí misma. Y esa es, en última instancia, la función irrenunciable del periodismo.
Perfil borró de su web la columna ‘Nadie lee nada’ de Leticia Martin
Resulta que también salió en la edición de papel del diario de hoy.

Nadie lee nada: La columna impaga de Leticia Martin
