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Editorial: Muy lindo todo y después de los 18 años, ¿qué?

Editorial: Muy lindo todo y después de los 18 años, ¿qué?

Por Rogelio A. González

La palabra arraigo se ha puesto de moda últimamente en la boca de todos los políticos, como si fuera un término épico de acción, hacia un futuro más inclusivo. ¿Pero qué se ha hecho realmente?

Pasan los años y en retrospectiva vemos muchas autoridades municipales y comunales que parecen más «directores de escuela» que verdaderos hacedores y constructores de un mejor futuro para sus conciudadanos. Las prioridades pasan por actos escolares, torneos deportivos, colonias de vacaciones, espectáculos de cine y ferias de emprendedores o balnearios turísticos. Pero cuando analizamos los progresos en las distintas gestiones vemos cómo aparecen distintas excusas para no hacerse cargo de las responsabilidades como gestores, valga la redundancia, en mejorar la calidad de vida de sus pueblos y ciudades, la escasa obra pública puede implicar muchos años de espera.

Acá podemos culpar a la «visión de túnel» que tienen la mayoría de los dirigentes políticos,  mirada acotada, escueta sobre lo que acontece a nuestro alrededor. Se puede deber a ideologías de ver las cosas de una manera u otra, de posicionarse cómodos en sus estandartes partidarios como quien lee la biblia al pie de la letra y es el mejor religioso, pero esa visión condiciona, limita y el que lo padece siempre, es el pueblo.

Pasan los años dije, y seguirán pasando, cauce natural de la vida, pero en el horizonte, no vemos la luz en el túnel que profetizan nuestros dirigentes. No vemos mejoras en los medios de transporte, para conectar a las localidades que posean un mejor futuro, tanto educativo como laboral. La falta de frecuencias de micros es un problema para aquellos que deben recurrir a la salud pública para una mejor atención, porque en sus localidades, desde el 2 de mayo de 1967, la Ley Provincial Nº 6312 le pone el techo muy bajo a sus hospitales, denominados SAMCo.

Sin transporte, no tenemos mejor educación para nuestros jóvenes, que se ven obligados a emigrar, los que pueden, a otras ciudades. Veamos como ejemplo, que el cursado de materias terciarias en Venado Tuerto en muchos casos, terminan alrededor de las 22.30 hs. El problema eterno aquí es que el último servicio de micros es a las 21,15 o 21,40 hs. Recientemente un ex senador abogó para revertir esta problemática, pero con éxito dispar, en algunas localidades mejoró el servicio, en otras, se incorporaron frecuencias, como el caso del corredor de Ruta 14, pero al poco tiempo, se volvieron a discontinuar. Y por último, en el ramal Teodelina – Venado Tuerto, todo sigue igual históricamente, con una sola empresa que ejerce un monopolio y condiciona a combis que puedan brindar una alternativa para trabajadores, estudiantes o personas con el pleno derecho de viajar. Cabe resaltar, que algunas comunas y municipios cuentan con un servicio de combis propios para aquellos que necesiten de primera necesidad realizar esos viajes, y si bien es un buen bálsamo, no es la cura definitiva a la problemática que padece el pueblo que no tiene transporte.

Pensando en bálsamos, llegamos a fomentar el arraigo, pero que, sin los benditos recursos, es más un cuento con el relato de ciencia ficción que un plan de soluciones definitivas. Podemos encontrar aquí el «acceso» a la educación a distancia, que con una buena conexión a internet ayudaría a reducir el impacto en la desigualdad de derechos del conocimiento que una persona debe tener para poder progresar en la vida. Acceso a internet, privilegios para muy pocos. No seamos injustos y reconozcamos los esfuerzos que han hecho mutuales y cooperativas en la instalación de redes troncales para conectar barrios con fibra óptica a la red de redes. Pero analizando los precios de instalación y sus respectivos abonos, nuevamente vemos que la solución llega para muy pocos sectores de la sociedad. La instalación promedia los $70.000 y los abonos mensuales van desde los $8000 a casi $18.000. La pregunta es: ¿Cuántos pueden acceder a este servicio? Seamos sinceros, representa el 50% de un sueldo mínimo para la instalación y el abono supera por lejos lo que un hogar promedio consume de energía eléctrica. Un acceso a nuevas oportunidades para muy poca gente.

La política tiene todas las herramientas si quiere, para abrir el juego a la libre competencia y que otros actores privados o no, puedan regular las tarifas hacia promedios más accesibles, no pedimos nada del otro mundo, pasa en la grandes ciudades, donde el abanico de ofertas hace que un acceso a internet de 50 megas promedie los $3500 con instalación gratuita. Pero últimamente la política no quiso, ya que han condicionado con ordenanzas a que la inversión privada llegue a pequeñas comunidades.

Muchas veces oímos por ahí a alguien que nos dice: «Yo de política no hablo». Pero es imposible desentenderse de lo que genera la política para bien o para mal en nuestras vidas. Hoy vemos cómo los políticos, que se ven todos los días, se filman a los besos y abrazos apareciendo en las redes sociales con agenda hiperactiva. ALERTA DE SPOILER: Señores políticos, eso genera más rechazo que adeptos a su accionar y solo sus fans club ponen like a sus actuaciones como «influencers». Ahora se puso de moda filmarse los domingos mientras corren. Felicitaciones por el buen estado físico, pero otra cosa no aporta a la gente.

La sociedad pide a gritos un cambio, pero no jueguen con ese recurso para no hacer nada. La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces. Todo depende que entiendan el mensaje, muevan el culo de verdad, no solo corriendo. A muchos se nos han pasado los 18 años, los 36 y los 54 esperando soluciones que nunca llegaron. Ojo, no sea cosa que muy pronto Dios y la Patria se los demande.

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